El sábado estuve hablando con un jefe de obras, y me pidió una copia de la llave, para tomar medidas. Quedamos para el Martes, pero no se presentó. Ayer pudimos vernos, quedamos en la casa y nos la encontramos con todo el suelo levantado. El "colega", como había buena sintonía, ha decidido por su cuenta y riesgo empezar con la obra y nos ha tirado los azulejos de las paredes, una construcción del patio (un baño que había) y casi todos los suelos de la casa.
Imaginaos el ataque de pánico: todavía no habíamos dicho que sí, ni nos habíamos puesto de acuerdo en el dinero, ¡ni terminado de aclararle lo que queríamos!

Así que creo que ya tenemos quien nos haga la obra, aunque con la extraña sensación de que es él quien nos ha elegido a nosotros y no al revés, lo cual no deja de inquietarme.
Lo mejor fue la cara de susto con la que entramos mi mujer y yo en la casa y nos encontramos el campo de batalla. Afortunadamente, y a pesar de la caradura del jefe de obras, tenemos referencias sobre él, y nos dicen que es un buen especialista, trabaja rápido y se ha avenido con el dinero.
Ahora estamos ilusionados, pensando que en Año Nuevo estaremos frente a la chimenea tomando chocolate caliente y asando castañas.
Mañana, si puedo, os saco una foto para que os hagáis una idea de lo que nos encontramos, y os podáis imaginar nuestra cara de susto...
1 comentario:
jajaja!!!a ese jefe de obras hay que contrarlo para cualquier empresa! es la mejor manera que he visto de cerrar un negocio!
Casi como en las pelis..."él nos ha elegido"
Que os sea leve...no cunda el pánico...y ya veréis que cuándo estéis frente esa chimenea y arbolito de navidad se os olvida la tortura de la obra!
Ánimo!
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